
El teletrabajo y el metaverso: ¿una revolución en la forma de trabajar?
La pandemia impulsó un cambio radical en la organización laboral. En la Unión Europea, la práctica del teletrabajo se disparó, pasando de un 4,7% a un 17% tras la crisis sanitaria. Aunque inicialmente se vio como la solución a las restricciones, hoy se constata que trabajar de forma remota tiene también sus límites. Figuras como Sam Altman, CEO de OpenAI, han reconocido que permitir el 100% de trabajo remoto pudo haber sido un error, mientras que otros referentes, como el exdirector de Google, Eric Schmidt, han suavizado sus críticas a esta modalidad. En paralelo, estudios recientes –entre ellos uno de KPMG– muestran una tendencia creciente hacia el modelo híbrido, que combina la presencia física y el teletrabajo, una opción cada vez más defendida tanto en Estados Unidos como en España, según análisis de medios como El País y Cinco Días.
Limitaciones del teletrabajo tradicional
A pesar de sus ventajas –flexibilidad, ahorro en desplazamientos y reducción de la contaminación–, el teletrabajo presenta inconvenientes claros. La “fatiga del Zoom” es solo un ejemplo: la constante exposición a reuniones virtuales reduce la motivación y agota a los empleados. La ausencia de interacciones informales, como las pausas para el café, limita el surgimiento espontáneo de ideas y la creatividad, haciendo que muchos trabajadores sientan, paradójicamente, menos satisfacción tras el regreso a la oficina. Así, a pesar de los problemas evidentes, la demanda de modalidades de trabajo a distancia persiste, generando el interrogante: ¿puede el metaverso ofrecer una solución que combine lo mejor del trabajo remoto con la experiencia de estar presencialmente en un entorno colaborativo?
Definiendo el metaverso
Aunque aún no existe una definición única, el metaverso se entiende generalmente como un mundo virtual en el que los usuarios, representados por avatares, pueden interactuar de forma oral y escrita a través de diversas interfaces, desde ordenadores y móviles hasta dispositivos de realidad virtual o mixta. Existen distintos tipos de metaversos: empresariales, de consumo y de entretenimiento. Ejemplos muy conocidos son Roblox o Fortnite, que han trascendido el ámbito del ocio para ser explorados en procesos como entrevistas gamificadas o formaciones inmersivas, tal como han señalado diversas publicaciones especializadas
En el contexto laboral, trabajar en un metaverso se define como una forma “desespacializada” de laborar en la que los empleados se conectan a un entorno virtual que les permite comunicarse y colaborar de forma más natural, sin necesidad obligatoria de utilizar cascos de realidad –aunque estos potencian la experiencia.
Nuevas formas de organización del trabajo
El teletrabajo en metaverso se inscribe dentro de las llamadas Nuevas Formas de Organización del Trabajo (NFOT), que incluyen espacios abiertos, oficinas flexibles y coworking. Estas modalidades, impulsadas por el avance de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), se han ido consolidando desde los años 90 con el auge del teletrabajo y se han enriquecido con innovaciones propias del mundo de los videojuegos, como el uso de avatares y entornos interactivos.
Actualmente, algunas empresas ya exploran esta tendencia. Por ejemplo, la compañía surcoreana Zigbang ha eliminado sus oficinas físicas en favor de un entorno virtual. En Francia, la iniciativa Teemew permite que los empleados se reúnan en un espacio abierto virtual mediante avatares. Asimismo, gigantes tecnológicos como Microsoft han lanzado Microsoft Mesh, que se integra con Microsoft Teams para transformar las videoconferencias en reuniones en un entorno inmersivo. Estos avances generan expectativas en el ámbito empresarial español, donde medios como La Vanguardia y Expansión han abordado el potencial del metaverso para transformar la cultura corporativa
Más allá de las videoconferencias: la experiencia de la telepresencia
Uno de los principales beneficios del metaverso es la creación de una sensación de telepresencia, es decir, la experiencia de estar “realmente” presente en un entorno compartido, lo que puede contrarrestar la pérdida de conexión observada en el teletrabajo convencional. En un mundo virtual, los usuarios pueden desplazarse por escenarios que varían desde una oficina virtual hasta entornos naturales –islas, bosques o montañas– facilitando interacciones más orgánicas y espontáneas. Herramientas como Immersed, Fluid o Horizon Workrooms permiten compartir pantallas, contar con zonas de audio privadas y gestionar reuniones sin la necesidad de recurrir a plataformas como Zoom o Google Meet.
La personalización del avatar es un aspecto crucial: una representación visual adecuada no solo mejora la sensación de encarnación, sino que también facilita la identificación y reconocimiento entre compañeros, elemento esencial en un entorno profesional. Sin embargo, la gestión de la identidad virtual plantea nuevos retos en la medida en que la imagen y el comportamiento del avatar deben corresponder, al menos en parte, a la realidad del trabajador.
Bienestar y cohesión en el entorno virtual
Diversos estudios avalan que los entornos virtuales pueden contribuir al bienestar laboral. La inclusión de elementos naturales, como sonidos o imágenes de paisajes, así como espacios amplios y con techos altos, favorecen la relajación y reducen el estrés. Plataformas como Virbela, que ofrecen campus virtuales con zonas de esparcimiento, jardines y hasta actividades de team building –por ejemplo, búsquedas del tesoro o juegos colaborativos–, demuestran que el metaverso puede potenciar el sentimiento de pertenencia y cohesión de equipo. Esta modalidad no solo brinda flexibilidad espacial y temporal, sino que también reduce la necesidad de desplazamientos, contribuyendo a la sostenibilidad ambiental, un aspecto muy valorado en el contexto empresarial español actual
Retos y perspectivas futuras
A pesar de los avances, aún existen interrogantes sobre el impacto real del metaverso en el rendimiento y bienestar laboral. Antes de adoptar esta tecnología, las empresas deben definir claramente qué objetivos desean alcanzar. Si se limita a trasladar las reuniones virtuales al entorno digital sin transformar las interacciones cotidianas, es probable que la experiencia no supere los problemas actuales del teletrabajo. En cambio, un uso integral del metaverso –que incluya actividades informales, estrategias de team building y entornos personalizados– podría marcar la diferencia en la consolidación de un modelo híbrido que combine eficacia, creatividad y bienestar.
En definitiva, el metaverso se perfila como una herramienta con un gran potencial para reconfigurar el futuro del trabajo. A medida que las soluciones inmersivas evolucionen, las organizaciones, incluidas las españolas, deberán evaluar cuidadosamente sus necesidades y las expectativas de sus empleados para aprovechar al máximo esta nueva forma de colaboración.