Mantener la motivación durante la búsqueda de empleo es uno de los pilares fundamentales para obtener resultados. Durante este recorrido, muchas personas acaban perdiendo la motivación y cayendo en un estado de pasividad y evitación que les lleva, entre otras cosas, a dejar a un lado la búsqueda activa y a perder oportunidades laborales.
Algunas de las claves para mantener la motivación en el tiempo durante este proceso:
La actitud y el lenguaje interno
Mantener una actitud positiva es importante para la motivación, lo podrás hacer si prestas atención a tus pensamientos, o lo que es lo mismo, a aquello que te dices a ti mismo. Pensamientos del tipo “ya estoy en una edad difícil para encontrar trabajo”, “no estoy cualificado”, “no voy a encontrar trabajo”, «es que ni me llaman», “sólo hay trabajo basura” etc., no ayudarán a motivarte sino todo lo contrario.
Para afrontar la búsqueda y obtener resultados necesitas sentirte anímicamente bien, por lo tanto, sé práctico y procura reformular tus pensamientos y creencias en pro de tus objetivos. No te agobies, los pensamientos negativos llegarán, eso es una realidad.
👉 Un primer paso es tomar consciencia de ellos y ser capaz de identificarlos.
👉 En segundo lugar no los tomes como una verdad absoluta, no por pensar eso se convierte en una realidad, ni tampoco serás lo que piensas.
👉 En un tercer paso, replantéate esos pensamientos y creencias, intenta «darles la vuelta» y cuestionártelos: «¿realmente tener cierta edad me va a cerrar todas las puertas?», «¿acaso no tengo más que aportar gracias a mis experiencias y vivencias?», «¿y no puedo aportar mi ilusión y mis ganas de trabajar?», «a mí también se me da bien hacer esto…», «si yo aprendo rápido», «igual puedo trabajar en ocupaciones distintas a mi profesión, hacerlo bien y estar contento» etc.
Procura sustituir esos pensamientos iniciales negativos por otros más positivos. Inténtalo y vete practicando, es cuestión de ir entrenando tu mente, este ejercicio te ayudará a relativizar y a no perder la motivación.
Ten en cuenta también, que es muy importante tener una vida plena y activa en las diferentes facetas, no te centres únicamente en la búsqueda de empleo.
Pasa de preocuparte a ocuparte. Crea hábitos
Si solo te focalizas en tu mente y no actúas, te preocuparás en exceso por todo y cada vez por más cosas, por ello necesitas actuar.
En tu búsqueda de empleo márcate pequeños objetivos alcanzables que te permitan ver tu avance diario y motivarte, no te centres ni te preocupes en exceso por todo lo malo que podría pasar o por todo aquello que escapa a tu control.
Y sobre todo, no esperes a que la inspiración o motivación llegue por arte de magia, esto es un gran error. Debes crear hábitos y rutinas de trabajo que se desarrollen de forma casi automática, al margen de si tienes un buen o mal día, ¿verdad que cuando tienes un trabajo, acudir a él no es algo optativo? Pues intenta aplicar esa misma premisa en tu búsqueda activa diaria.
Acepta los fracasos y acéptalos como parte del proceso y fuente de aprendizaje
Parte de la base de que ser descartado en una entrevista de trabajo o en varias, forma parte del proceso de búsqueda, procura que esto no te desestabilice, lógicamente no eres inmune a estas contrariedades y en determinadas ocasiones te sientas flaquear, pero no lo tomes como un fracaso personal, no te bloquees, acepta estos reveses como parte inherente de la búsqueda de empleo y sigue avanzando, estás en el camino.
Este post es una actuación enmarcada en el programa PILA, cofinanciado por el Fondo Social Europeo, en colaboración con la Consejería de Industria, Empleo y Promoción Económica de Asturias y el impulso de CEPES como Organismo Intermedio del FSE.
Cambiar la actitud pasa por empezar a tomar conciencia de nuestros pensamientos. Ya hemos hablado en otras ocasiones sobre la relación entre Pensamiento, Emoción y Conducta, y del círculo vicioso que hay detrás de cada estado en que nos encontramos. Cómo, pensamientos positivos, generan emociones positivas y conllevan conductas positivas y de qué manera, pensamientos negativos, generan emociones negativas y conllevan conductas negativas.
En el artículo de hoy incorporamos la variable Actitud y vemos cómo, de igual forma, pensamientos positivos desencadenan actitudes positivas y pensamientos negativos, actitudes negativas.
Como punto de partida, antes que nada, debería plantearme ¿cuál es mi actitud? ¿debería cambiarla? ¿puedo mejorar mi actitud? ¿qué tengo que hacer si quiero cambiarla?
Si queremos saber cuál es nuestra actitud a nivel general puede ser muy interesante, por ejemplo:
Observar nuestras reacciones en momentos en los que las circunstancias sean desfavorables. Qué pensamos, qué emociones generamos, qué acciones realizamos…
Observar nuestro diálogo interno, esa voz que está en nuestra cabeza de forma constante y que puede ser nuestro mejor aliado o nuestro mayor enemigo.
Fijarnos en las críticas que hacemos a los demás. Una persona que tiene actitud positiva, difícilmente se pasa la vida criticando lo que los demás hacen o dejan de hacer.
Si te quejas con frecuencia y utilizas un lenguaje negativo, sientes que no tienes nada que agradecerle a nadie, siempre percibes lo malo ante lo bueno de las situaciones, te irritas fácilmente, te comparas con los demás quedando siempre en desventaja, culpas a terceros de tu infortunio, eres desconfiado o criticas sin miramientos, el pesimismo es tu inclinación habitual.
TODOS TENEMOS ALGÚN PENSAMIENTO NEGATIVO
Se habla mucho de la necesidad de tener una actitud positiva, pero partimos de la base de que, aunque sabemos que todo es más sencillo si somos positivos, no siempre es fácil mantener una actitud positiva, sobre todo en esos momentos en que parece que todo se nos tuerce o que todo a nuestro alrededor se tambalea.
En general, todas las personas podemos tener pensamientos de carácter negativo y pasar por periodos de cierta negatividad, suele suceder cuando nos sentimos agobiados y superados por las circunstancias. Somos humanos y podemos perder el control de nuestros pensamientos en muchos más momentos de los que nos gustaría. Es normal y no tenemos que sentirnos culpables por ello.
La clave se centra en no dejarnos arrastrar por esos patrones de pensamiento, sino en aceptarlosy transformarlos en positivos.
TRANSFORMAR PENSAMIENTOS NEGATIVOS EN POSITIVOS, ¿CÓMO PODEMOS HACERLO?
No se pretende evitar o eliminar los pensamientos negativos, pero sí cuestionarlos, con la finalidad de fomentar otros alternativos que nos creamos más y que sean más beneficiosos para nosotros, tanto en lo que nos hacen sentir como en lo que nos hacen hacer.
A continuación, te damos algunas Pautas que te permitirán hacer frente a esos pensamientos que te generan malestar:
1. En primer lugar, una estrategia clave para transformar pensamientos negativos en positivos es saber identificar el diálogo negativo. Esto, que al principio nos puede sorprender, es evidente: no nos damos cuenta de hasta qué punto estamos supeditados a los pensamientos obsesivos, negativos y limitantes. Debemos detectar esos razonamientos negativos. Los pensamientos negativos no deben esconderse, ni bloquearse. Se trata solo de aceptarlos tal y como son, tal y como vienen.
2. Contrasta, rebate, debilita. ¿Ese pensamiento negativo está justificado? ¿Qué pruebas tengo de que eso que pienso puede ocurrir con seguridad? Debemos entender que solo por pensar algo no tiene por qué ser verdad. En muchas ocasiones las personas cometemos errores en nuestros pensamientos, que distorsionan la realidad y no nos permiten juzgar con objetividad la situación.
3. Reformula el pensamiento de forma adecuada. Una vez detectado ese pensamiento y su posible distorsión, debemos reestructurarlo, es decir, debemos buscar otro pensamiento alternativo que sea más adaptativo y que no genere tanto daño en nosotros, que nos ayude a encontrarnos mejor.
ALGUNOS TIPS PARA LA TRANSFORMACIÓN
Cuida tu lenguaje. La palabra es poderosa y debe ser usada adecuadamente. Presta atención a cómo te expresas, piensa y habla conscientemente, porque el lenguaje limita o delinea la manera en que percibes el mundo y tiene un efecto en los demás.
Rodéate de personas positivas. Esto es básico para aprender a desarrollar la inteligencia emocional ya que el optimismo también es contagioso. Fomenta tus relaciones personales con gente alegre y positiva.
Enriquece tu mente. Sé proactivo y empieza a buscar herramientas para edificar una actitud positiva, dedica tiempo a la lectura, a escuchar tu música favorita, ir al cine, al teatro, todo aquello que despierte en ti buenas sensaciones es bienvenido.
Asume tu responsabilidad. Rehusar a reconocer tu parte de responsabilidad ante una circunstancia significa que te cierras a corregir ese comportamiento y volverá a ocurrir, esto alimenta una mentalidad de víctima.
Tu reacción ante las cosas siempre afecta al resultado, incluso cuando los eventos se escapan a tu control. Serás más positivo viendo la vida como algo sobre lo que sí puedes influir en lugar de estar a merced del destino, tú siempre decides cómo reaccionar y qué hacer a partir de ahí.
Deja de quejarte. La queja no resuelve nada, es pasiva e inútil. Canaliza toda la energía y el tiempo que pones en protestar en hacer algo para solucionar la situación, será mucho más provechoso.
Haz deporte. El ejercicio físico es una fuente de bienestar inagotable, te conecta con el presente, te fortalece también mentalmente y crea una química en el cuerpo que te hará sentir bien de inmediato.
Respira profundo. Las personas tranquilas tienen mejor actitud ante las cosas. Aprende a controlar tus reacciones y a serenar tu pensamiento a través de técnicas de respiración que también te ayudarán a clarificar la mente y a verlo todo de otro modo.
Este post es una actuación enmarcada en el programa PILA, cofinanciado por el Fondo Social Europeo, en colaboración con la Consejería de Industria, Empleo y Promoción Económica de Asturias y el impulso de CEPES como Organismo Intermedio del FSE.
Ya os hemos hablado en nuestro blog de Empleo e inserción laboral sobre la Autoestima, sobre cómo se construye y qué factores influyen a la hora de adquirir una autoestima desadecuada. En esta línea damos un paso adelante, y en nuestro post de hoy, queremos hacer referencia a las claves que proponePau Forner Navarro para mejorar la Autoestima. Seguro que os serán de gran utilidad y os servirán de apoyo en vuestra búsqueda de empleo.
1. Encuentra el origen de tu baja autoestima
Los problemas de autoestima suelen desarrollarse durante la infancia y sus causas pueden ser muy distintas, pero si no las conoces nunca podrás trabajar sobre el origen de tus temores. Al haberse formado en la infancia, la falta de autoestima ha sido creada por la perspectiva de un niño y seguramente esté sesgada. Como no podías entender lo que estaba pasando realmente, es muy útil volver a buscar su origen y replantear tus creencias.
Para encontrar el origen de tu baja autoestima y someter tus creencias a juicio, pregúntate por lo menos tres veces el ¿Por qué? de tus miedos: ¿Por qué temo conocer gente nueva? Porque me ignorarán. ¿Por qué creo que me ignorarán? Porque no soy interesante. ¿Por qué creo que no soy interesante? Porque de pequeño me decían que nunca hablaba.
Efectivamente te da miedo conocer gente porque crees que no sabrás qué decir. Pero si te das cuenta finalmente que lo importante para conocer gente no es hablar, sino escuchar, probablemente empieces a superar ese temor.
2. Inténtalo, aunque sepas que vas a fracasar
Se ha demostrado que el principal enemigo de nuestra autoestima es, sencillamente, no hacer nada. Cuando nos sentimos amenazados nuestro instinto es buscar vías de escape porque creemos que así reduciremos nuestra ansiedad. Por eso cuando sientes miedo o desánimo en lugar de enfrentarte directamente a ellos intentas esquivarlos.Y es lógico: en el momento en que decides evitar lo que te preocupa notas una sensación inmediata de alivio. El problema es que esa conducta puede terminar convirtiéndose en un hábito.
Porque ¿cómo crees que terminarás sintiéndote a medio plazo? Evitar lo que temes y actuar como un cobarde no es algo de lo que puedas enorgullecerte, y eso vuelve a cerrar el círculo de la baja autoestima. Por eso cuanto más evites lo que preocupa, peor te sentirás contigo mismo.
La buena noticia es que la ciencia ha comprobado que la autoestima no depende del resultado de tus actos. Depende simplemente de que actúes. Aumenta cuando te enfrentas a las circunstancias, y disminuye cuando las evitas. Solo enfrentándote a tus miedos lograrás romper este círculo vicioso.
3. Sustituye tus objetivos por valores
Marcarse grandes objetivos suele ser sinónimo de frustraciones y pérdida de contacto con la realidad. Pero entonces, ¿qué haces sin objetivos en tu vida? ¿Cómo vas tomar decisiones? ¿Y cómo encontrarás la motivación para enfrentarte a tus retos?
Necesitas algo sólido. Algo que te permita seguir adelante cuando te sientas cansado, ansioso, deprimido o desanimado. Algo tan poderoso que te motive a salir de tu zona de confort para exponerte a aquello que temes. Hay algo que posee todos los beneficios de los objetivos y ninguno de sus inconvenientes: Tus valores. Los valores son nuestra definición más fundamental, nuestra hoja de ruta. Nos marcan la dirección cuando creemos que nos estamos perdiendo y nos dan energía para seguir luchando. Gracias a tus valores también podrás conseguir un plus de autoestima cuando más lo necesites.
Cada vez que tengas que enfrentarte a un reto, saca tu listado de valores, elige uno, y durante un par de minutos recuerda por qué es importante para ti. Aumentará tu autoestima y te protegerá de la ansiedad.
4. Identifica tus verdaderas fortalezas
Además de tus valores, para construir tu autoestima necesitas convencerte de que hay algo bueno en ti. Y te aseguro que TODOS tenemos puntos fuertes, el problema es que las personas con poca autoestima no los saben identificar. Para encontrar tus fortalezas piensa en cinco logros que hayas conseguido en tu vida, como terminar tu carrera mientras trabajabas, aprender a cocinar solo o lograr seducir a tu pareja. Si te cuesta encontrarlos es porque no estás siendo generoso contigo mismo, así que imagínate que ese éxito lo hubiera conseguido un amigo, ¿qué le dirías? ¿cómo se lo reconocerías?
Luego piensa qué características personales positivas son necesarias para conseguir cada uno de ellos. En los ejemplos anteriores podrían ser la perseverancia, la curiosidad y la iniciativa. Éstas son tus fortalezas.
Cada vez que te sientas juzgado o cuestionado, repasa mentalmente tu lista de fortalezas y recuerda de dónde provienen. Está demostrado científicamente que así te sentirás más seguro de ti mismo. Incluso se comprobó en un estudio que pensar en tus puntos fuertes antes de un examen puede ayudarte a sacar mejores notas.
5. Convierte tus pensamientos negativos en respuestas racionales
Ahora ya tienes tu conjunto de valores y fortalezas para empezar a creer en ti. Pero nuestras experiencias del pasado, incluso aquellas que ya no recordamos, continúan afectando nuestra vida en forma de “voz interior”.
En personas con una autoestima sana esta voz suele ser amable y reconfortante. Pero en aquellas con baja autoestima se convierte en su peor crítico, castigándoles por sus errores y despreciando sus logros. Este diálogo interno provoca ansiedad y nos recluye en nuestro círculo de confort, así que es clave que también seas capaz de superarlo. El problema es que esa voz interior es irracional y como esos pensamientos irracionales no necesitan ninguna base real para existir, debes ponerlos a prueba para que tu razón los venza. ¿Es una amenaza real o está totalmente infundada?
El proceso para vencerlos es el siguiente:
Identifica en qué situaciones aparecen y qué te dicen. Tus pensamientos negativos suelen ser siempre los mismos, así que ¿de qué manera te hacen interpretar las situaciones? ¿Qué emociones te provocan?
Finalmente, racionaliza tus pensamientos negativos irracionales respondiendo a estas tres preguntas: ¿Estás seguro de que eso va a ocurrir?, si realmente ocurre, ¿cómo estarás dentro de un año?, ¿qué le dirías a un amigo que te estuviera contando eso?
Crea el hábito de identificar y cuestionar tus pensamientos negativos y empezarás a disminuir su efecto sobre ti.
6. Sepárate de tus miedos con aceptación y compromiso
Es posible que después de identificar y racionalizar tus pensamientos negativos todavía tengas algunos miedos tan profundos que te sigan bloqueando. No te preocupes, porque para eso tenemos la estrategia de aceptación y compromiso, un método que ha demostrado una enorme eficacia científica para superar esas creencias.
La mayoría de gente, cuando hay algo que le preocupa, intenta no pensar en ello. Tratamos de bloquear nuestros pensamientos o distraernos pensando en otra cosa. Pero eso no solo ha demostrado que no funciona, sino que además provoca que tus miedos vuelvan con más fuerza. En lugar de intentar ignorarlos, tienes que aprender a desligarte de ellos.
Para conseguirlo, practica este proceso cada vez que sientas que el miedo te invade:
No bloquees el pensamiento que causa ese miedo. Dale espacio y siéntelo.
Familiarízate con tu miedo. Ponle un nombre e imagínate cómo sería su forma física (si lo dibujas todavía mejor).
Utiliza un poco de mindfulness para que fluya y se marche. Puedes imaginarte un manantial de agua que arrastra unas hojas. Visualiza tu miedo encima de una hoja mientras el rio lo arrastra y desaparece lentamente.
No intentes bloquear tus miedos. Dales espacio y familiarízate con ellos hasta que los veas como el típico compañero de viaje pesado. Así desaparecerán.
7. Perdónate a ti mismo con la autocompasión
Apoyarte en tus valores, identificar tus fortalezas y racionalizar y desvincularte de tus pensamientos negativos es necesario, pero para conseguir una autoestima sana te falta algo imprescindible. Te falta aprender a perdonarte por tus errores. En jerga psicológica a esto se le llama autocompasión, y se trata de una estrategia que está revolucionando la comunidad científica gracias a sus espectaculares resultados.
Tú eres tu peor crítico. Si después de prepararte dos años para aprobar unas oposiciones no lo consiguieras probablemente te sentirías muy decepcionado. Pero si le ocurriera a un amigo tuyo, ¿no le consolarías diciéndole que lo importante era intentarlo? ¿Que ya tendrá más oportunidades? Pues la autocompasión consiste en tratarte con la misma empatía con la que tratarías a ese amigo tuyo. Significa darte apoyo y ser comprensivo contigo, en lugar de criticarte y juzgarte. Implica aprender a calmarte y reconfortarte para volver a intentarlo, en lugar de castigarte cada vez que cometes un error.
Cada vez que te descubras a ti mismo castigándote, sustituye tu voz crítica por esta voz compasiva. Tu autoestima lo agradecerá.
8. Aumenta tu confianza con las posturas de poder
Aunque casi todo el mundo cree que la autoestima nace en nuestra mente, los estudios más recientes de investigadores como la Dra. Amy Cuddy apuntan que también tiene parte de su origen en el cuerpo. Hasta hace poco se creía que la vía de comunicación entre mente y cuerpo solo tenía un sentido. Pero la realidad es que tu lenguaje no verbal también influye en tu estado anímico. Se trata de un pez que se muerde la cola: cuando te sientes derrotado lo expresas encogiendo tu cuerpo, lo que te hace sentir todavía más deprimido.
Pero es posible romper ese círculo vicioso, y es tan sencillo como utilizar una postura erguida y expansiva cuando te encuentres abatido. A este tipo de poses (cabeza elevada, hombros hacia atrás y manos apoyadas en las caderas) se les llama posturas de poder.
Puedes empezar por mantener cada mañana una pose de poder durante un par de minutos, y también cada vez que tengas que enfrentarte a un reto. Te sentirás más confiado.
9. Multiplica tu autoestima con el ejercicio
Tu cuerpo tiene algo más que decir sobre tu confianza, y es que quizás esta sea la forma más rápida de aumentarla. Los resultados del mayor estudio realizado sobre ejercicio y autoestima demostraron que, siempre que sea de mediana intensidad, hacer deporte incrementa la autoestima a corto plazo.
No olvides incluir una rutina diaria de ejercicios de 30 minutos de duración. Empezarás a notar los resultados de inmediato.
10. Piensa menos en ti y más en los demás
La espiral de la baja autoestima es un círculo vicioso. En nuestro afán por sentirnos mejor empezamos a chequear constantemente nuestro estado anímico. ¿Cómo me siento hoy? ¿Esta opresión en el estómago significa que voy a hundirme otra vez? Eso solo crea mayor ansiedad.
Para sentirte mejor deberías hacer todo lo contrario: dejar de pensar tanto en ti y centrar tu atención hacia fuera. Pensar solo en tus problemas no te hace ningún favor, tal y como se comprobó en un estudio de las universidades de Yale y California. En él, los participantes que realizaron acciones altruistas mantuvieron un estado anímico mucho más positivo que los que siguieron centrados en sí mismos. Ayudar a la gente tiene efectos beneficiosos sobre nuestra autoestima por dos motivos:
El primero es porque te ayuda a distraer la atención sobre ti mismo, algo fundamental.
El segundo es porque parece estimular ciertos sistemas biológicos que reducen las respuestas emocionales relacionadas con la ansiedad. Es como si estuviéramos programados para ayudar a nuestros semejantes.
Empieza a hacer más cosas por los demás porque, en el fondo, también lo estarás haciendo para ti.
Podemos afirmar que nuestros pensamientos determinan en gran parte que sintamos determinadas cosas y actuemos de determinadas formas. Entonces ¿Por qué nos permitimos tener tantos pensamientos negativos? ¿Por qué damos miles de vueltas a los mismos temas sin llegar a ninguna conclusión productiva? Quizá porque nadie nos ha enseñado la importancia que tienen los pensamientos en nuestra vida ni cómo controlarlos.
La Reestructuración Cognitiva (RC) es una técnica que se utiliza desde la Psicología para identificar y corregir patrones de pensamiento negativo, representando una de las claves para el bienestar emocional de la persona.
A través de los siguientes pasos,la Reestructuración Cognitiva parte de la identificación de pensamientos negativos para poder ir generando otros pensamientos alternativos que nos ayuden a sentirnos mejor:
Identificar pensamientos. El primer paso es aumentar tu habilidad de hacerte consciente de qué pensamientos concretos, específicos, están asociados a tus momentos de malestar. No puedes cambiar tus pensamientos si no los reconoces.
Ejemplo: “Sería horrible perder mi trabajo”. Me doy cuenta que parte de mi malestar y ansiedad asociada a mi trabajo está detrás de este pensamiento.
Identificar el significado del pensamiento en su forma completa. Que tenga sentido, represente y explique tu forma de sentirte con respecto a esa situación. Que tengas la sensación de que justo esa imagen, o esa frase, explica de forma muy cercana cómo y por qué te sientes así.
Ejemplo: “Pensar en perder mi trabajo me lleva a verme sin conseguir otro trabajo, encerrado en casa y sin estabilidad económica familiar”. Creo que realmente este es el significado que explica mi forma de sentirme ante la posibilidad de perder mi trabajo.
Pensamiento opuesto. El paso siguiente es generar un pensamiento opuesto al inicial, no una mera negación del anterior. Sabrás que lo has hecho bien porque nada más generarlo tendrás la sensación de que este nuevo pensamiento es totalmente irreal. Incluso puede que te moleste generar un pensamiento así por lo desajustado que te parezca con respecto a lo que consideras que es la realidad.
Ejemplo: “Perder mi trabajo sería una muy buena noticia.” Sé que estoy generando el pensamiento opuesto bien, porque sólo al expresar esto se genera en mí una reacción de rechazo, de algo en contra de lo que suelo pensar. Otra opción: “Sería terrible que no perdiera mi trabajo”.
Genera la duda. Argumenta a favor del pensamiento opuesto. Haz un esfuerzo y busca argumentos por los que, esforzándote en la reflexión, podrías defender ante alguien que este nuevo pensamiento no es tan incierto como parece. Es más, que podría ser en parte cierto. Aunque no te lo creas.
Ejemplo: “Aunque me ha costado, tras mucho pensar puedo decir que, en parte, sería una gran noticia perder mi trabajo porque no creo que estar todos los días 10 horas en continuo malestar sea bueno para mí. Además, dicen que los miedos se hacen más pequeños cuando pasan realmente. Y esto, aunque no lo sienta realmente mientras lo escribo, sería algo bueno para mí.”
Y tras la duda, el pensamiento alternativo que se sitúa entre el inicial y su opuesto. Termina haciéndote consciente de que tanto el pensamiento inicial como el pensamiento opuesto, pueden ser los dos extremos que definirían el cómo describes una realidad. Desde ahí, encuentra pensamientos alternativos que se ubiquen en esa línea que uniría el pensamiento inicial y su opuesto, y observa si tus sensaciones te indican que podrías intentar pensar así.
Ejemplo: “Perder el trabajo sería un momento difícil para mí. Me sentiría bien por mi esfuerzo diario y por mis ganas de mejorar. Tendría miedo acerca de qué pasaría con mi estabilidad económica. Trabajaría duro para conseguir un nuevo trabajo en el que me sintiera mejor que en el actual”.
Si cambiamos determinados pensamientos, cambiaremos las emociones asociadas a estos, con lo cual nos sentiremos mejor. Según la Reestructuración Cognitiva no son los acontecimientos en sí mismos los responsables de nuestras reacciones emocionales y conductuales. Serían las expectativas e interpretaciones de dichos acontecimientos, junto a las creencias relacionadas con los mismos, las responsables de cómo nos sentimos y de lo que hacemos.
Tenemos por costumbre definir a las personas en función de lo que hacen, de lo que es observable a simple vista olvidándonos de los pensamientos y emociones que llevan a hacer lo que se hace. Los pensamientos y las emociones no se ven, pero sí nos guían, y acabamos tomando decisiones y actuando en función de estos.
Así pues, nuestra conducta, está determinada por nuestros estados emocionales, los cuales son ocasionados por aquello que pensamos. A su vez, nuestra conducta influye en lo que sentimos y en lo que pensamos, retroalimentándose unos a otros.
Pensamiento – Emoción –Conducta es el círculo vicioso que hay detrás de cada estado en el que nos encontramos. Pensamientos positivos, generan emociones positivas y conllevan conductas positivas. Por contra, pensamientos negativos, generan emociones negativas y conllevan conductas negativas.
Algunos de los pensamientos que nos pueden generar problemas son:
Deberías: “debo ser una buena persona”, “debo hacer bien mi trabajo“, “debo tener la casa arreglada”.
Lectura de pensamiento: “seguro que hablan mal de mí”, “a ellos les caigo mal”, “no me ha llamado, eso es que no quiere estar conmigo”.
Visión catastrófica: “me va a pasar algo horrible”, “me duele la cabeza, tendré algo grave”
Generalización: “he fracasado en esta relación por lo tanto nunca tendré pareja”, “he suspendido este examen, nunca aprobaré la asignatura”.
Todo o nada/Blanco o negro: “solo hay dos formas de hacer las cosas, la correcta y la incorrecta”, “o consigo este trabajo o mi vida va a ser una ruina”.
Todos tenemos pensamientos de este tipo, que nos generan malestar, pero, ¿es posible controlar o eliminar pensamientos?, ¿somos capaces de elegir si tenemos pensamientos agradables o desagradables?, ¿podemos decidir sobre nuestros pensamientos?, ¿qué podemos hacer con los pensamientos negativos?…
Eliminarlos no, pero sí, identificarlos, aceptarlos, cuestionárnoslos y corregirlos. ¿Por que, qué ocurre cuando intentas evitar o eliminar un pensamiento?
Que le prestas más atención.
Que se activa una determinada respuesta emocional, ante la que pueden surgir más pensamientos asociados que se señalan como amenazantes y la percepción de amenaza incrementa la percepción de peligro.
Que te pierdes otros estímulos que te harían cuestionarte ese pensamiento y que podrían modificar tu punto de vista.
Una forma más adecuada de relacionarse con las emociones y los pensamientos molestos: aceptarlos.
¿Cómo cambiar los pensamientos negativos? La Reestructuración Cognitiva como técnica de cambio.
Esta técnica consiste en la discusión de pensamientos negativos (por ejemplo, “Creen que soy aburrido”) y su sustitución por creencias o pensamientos más racionales (como “No puedo leer la mente de otras personas, probablemente están cansados ahora”).
Partir de la máxima de que no por el hecho de pensar algo es cierto, ya es un buen inicio.
La clave no está en pensar de otra forma cuando creas que es real, cuando sientas que es real. La clave está en que tu diálogo interno te haga dudar, y con ello, empezar a actuar de forma distinta, de forma acorde a esa duda.
¿En qué me baso para pensar esto? ¿de qué me sirve pensar lo que estoy pensando? ¿puedo verlo de otra manera más objetiva? ¿qué es lo peor que puede pasar? ¿seguro que no voy a ser capaz de superarlo?
No se pretende controlar ni eliminar los pensamientos negativos, esto no sería posible, pero sí hacer una reinterpretación de los mismos y cuestionarlos con la finalidad de fomentar otros alternativos más beneficiosos para nosotros, tanto en lo que nos hacen sentir como en lo que nos hacen hacer.
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