Te mostramos las preguntas más frecuentes en una entrevista de trabajo, divididas en categorías. Ten en cuenta que la entrevista no es una ciencia exacta como tampoco lo es el entrevistador, por lo que te puede hacer cualquiera de estas preguntas en el orden que prefiera así como mezclar las categorías, según lo considere oportuno.
Directas: “¿Cuántas horas duró ese curso?”
Indirectas (sesgadas): La información se obtiene por deducción a partir de respuestas con contenido diferente en apariencia. Aquí nuestra habilidad sería intuir qué es lo que busca averiguar el entrevistador para tenerlo en cuenta en nuestras respuestas. Ej. “¿Qué hace en su tiempo libre?”
Abiertas: Nos dejan la oportunidad de emitir una respuesta personal y amplia. Lo ideal es aprovechar esas “oportunidades” para dar la información más favorecedora. Ej. “¿Qué piensa de este trabajo?”
Cerradas: Exigen una respuesta de sí o no, o dejan posibilidades limitadas de respuesta. Es recomendable utilizarlas para tomar la iniciativa y “abrir” la pregunta y su respuesta. Ej. “¿Estás casada?”
De reiteración: Permiten precisar mejor una información o pregunta. Para nosotros nos sugieren pistas sobre qué es lo que buscan. Ej. “¿Podría desarrollar su idea sobre…?”
Según el contenido de las preguntas haríamos la siguiente distinción, en la cual mencionaremos distintos ejemplos de cada tipo:
Personalidad. Háblame de ti mismo. Cuéntame una anécdota en la que resolvieses con éxito una situación problemática. ¿Qué elemento diferencial aportas?
Experiencia: Cuénteme su trayectoria laboral. Motivos por los que finalizó su relación en la última empresa en la que estuviste.
Empleo: ¿Por qué quieres trabajar aquí? ¿Qué es lo que más te atrae de este puesto?
Vida privada: ¿Qué disponibilidad tiene para viajar? ¿Y para cambiar de residencia?
Metas y objetivos: ¿Por qué deberíamos contratarte? ¿Qué objetivos o metas tienes en la vida, a corto o largo plazo?
Probablemente ya sepas algunas de las preguntas más típicas de una entrevista, pero también tienes que estar preparado para otras “preguntas raras”. El objetivo de estas preguntas es que cada candidato demuestre su rapidez para pensar, su creatividad y, por qué no, su sentido del humor; además de otras características psicológicas que se pueden reflejar en las respuestas a estas preguntas. Veamos algún ejemplo:
Imagínate que se acercara un director de cine para ofrecerte hacer una película sobre tu vida, ¿qué actor o actriz te gustaría que fuera tu personaje?
¿Qué tipo de fruta te gustaría ser?
¿Qué tres cosas llevaría a una isla desierta?
¿Qué es lo más gracioso que te ha pasado recientemente?
Si el periódico de tu ciudad te hiciera una entrevista sobre tu vida, ¿qué titulo le pondrías?
Este post es una actuación enmarcada en el programa PILA, cofinanciado por el Fondo Social Europeo, en colaboración con la Consejería de Industria, Empleo y Promoción Económica de Asturias y el impulso de CEPES como Organismo Intermedio del FSE.
De sobra es conocido en los últimos años el concepto deInteligencia Emocional y la trascendencia de las emociones a todos los niveles: personal, social, laboral, educativo, deportivo… y como no también, a la hora de emprender nuestra búsqueda de empleo y afrontar cualquier proceso de selección.
Aunque muchos atribuyen el concepto a Daniel Goleman, quien sin duda popularizó el concepto de Inteligencia Emocional, es un término muy debatido sobre el que se han escrito cientos de libros y artículos, que se ha ido construyendo en base a formulaciones y reformulaciones, y cuyo origen por tanto, es difícil de concretar. Si bien, parece claro que el concepto de Inteligencia Emocional como tal, fue propuesto por primera vez en 1990 por Salovey y Mayer.
Este modelo no recoge todo lo que hoy sabemos sobre Inteligencia Emocional, no obstante, nos sirve como punto de partida y nos puede ayudar, por la sencillez de sus planteamientos, a comprender cómo se estructuran y organizan las emociones en nuestra mente y su manifestación a través de nuestra conducta.
Mayer y Salovey proponen un modelo teórico de cuatro ramas para explicar y describir las dimensiones de la Inteligencia Emocional. El modelo engloba cuatro competencias emocionales interrelacionadas y que corresponden a cuatro niveles jerárquicos. Para llegar a las habilidades de mayor complejidad como el manejo emocional, son necesarias cada una de las habilidades previas más elementales. Las cuatro ramas son:
1. Percepción emocional:
Es la capacidad para percibir, evaluar y expresar las emociones adecuadamente.
Las emociones pueden ser reconocidas no sólo en uno mismo, sino también en otras personas y objetos (obras de arte, música…).
También incluye la capacidad para expresar las emociones de una manera adecuada
Así como para discriminar con precisión la honestidad o no de las emociones expresadas por los otros. Los individuos que saben acerca de la expresión y manifestación de emociones también son sensibles a las expresiones emocionales falsas o manipulativas que muestran otras personas.
Al acudir a una entrevista de trabajo, por ejemplo, la percepción de una sensación física de nudo en el estómago, que puedo traducir como nerviosismo. También percibo la conducta no verbal de los entrevistadores y cómo va variando en el transcurso de la entrevista.
2. Facilitación emocional del pensamiento:
Habilidad para usar las emociones de una manera que faciliten el pensamiento (integración emoción y cognición y la emoción como facilitadora del pensamiento).
Esta habilidad hace referencia a los eventos emocionales que ayudan al procesamiento intelectual, es decir, a cómo las emociones actúan sobre nuestro pensamiento y nuestra forma de procesar la información.
Las emociones priorizan el pensamiento y dirigen la atención a la información importante.
Entrar en la entrevista, con las emociones que me genera el saber que tengo un buen currículum, experiencia relacionada, y que a priori parece que me ajusto bien al perfil que requieren, no me garantiza que vaya a ser seleccionado/a, pero me dará ventaja para poder defenderme con mayor seguridad y acierto.
3. Comprensión y análisis de las emociones:
La tercera rama del modelo hace referencia a la capacidad para comprender emociones y utilizar el conocimiento emocional.
Incluye la capacidad para etiquetar las emociones, reconocer las relaciones que se dan entre las palabras y el significado de la emoción.
Se consideran las implicaciones de las emociones, desde el sentimiento a su significado; esto significa comprender y razonar sobre las emociones para interpretarlas. Por ejemplo, que la tristeza se debe a una pérdida.
Abarca también la habilidad para comprender emociones complejas, por ejemplo, el amor y odio simultáneo hacia una persona querida (pareja, hijos) durante un conflicto, la habilidad para reconocer las transiciones entre emociones; por ejemplo, de frustración a ira, de amor a odio.
A lo largo de la entrevista y en función de su transcurso, voy experimentando diferentes sensaciones y emociones, a las que soy capaz de poner nombre, comprender e interpretar, por ejemplo, mi miedo a hacer mal la entrevista lo atribuyo a que el puesto me interesa mucho y a la escasa oferta laboral.
4. Regulación emocional:
La última rama del modelo hace referencia al proceso emocional de mayor complejidad.
Regulación reflexiva de las emociones para promover el conocimiento emocional e intelectual.
Los pensamientos promueven el crecimiento emocional, intelectual y personal para hacer posible la gestión de las emociones en las situaciones de la vida.
Incluiría la capacidad para estar abierto tanto a los sentimientos agradables como a aquellos que nos resultan menos placenteros. Para que podamos aprender de las emociones es necesario que atendamos a los sentimientos positivos y negativos. De ahí que la primera habilidad dentro de la rama de regulación emocional sea precisamente la apertura a los sentimientos.
Incluye la capacidad para reflexionar sobre las emociones descartando o utilizando la información que nos proporcionan en función de su utilidad.
Habilidad para distanciarse de una emoción. Habilidad para regular las emociones en uno mismo y en los demás. Capacidad para mitigar las emociones negativas y potenciar las positivas, sin reprimir o exagerar la información que transmiten.
No juzgo mi emoción inicial de nerviosismo y ansiedad. Una vez identificadas, comprendidas y sabiendo que un nerviosismo excesivo es contraproducente para realizar la entrevista, pongo en marcha estrategias para reducirlo e intento generar otras emociones más adaptativas (calma, seguridad…).
El Perfil Profesional de una persona lo componen una serie de características particulares y únicas en esa persona, muchas de ellas forjadas a través de su trayectoria personal y profesional.
Este perfil se refleja a todos los niveles: educativo, formativo y laboral y en sus habilidades y actitudes.
Para conocer bien tu perfil, deberías realizar por tanto, un análisis detallado de tu trayectoria a todos los niveles, y reflexionar acerca de:
1. Tu experiencia ¿En qué puestos y sectores has trabajado? ¿Qué tareas has realizado? ¿Qué funciones o responsabilidades has asumido? ¿Con qué dificultades te has ido encontrando? ¿Qué has aprendido de cada una de esas experiencias?
2. Tus logros. Con logros no nos referimos a grandes éxitos alcanzados, no es necesario que pienses a lo grande. Todos tenemos pequeños grandes logros a lo largo de nuestra vida y de nuestra carrera profesional, son algo muy personal a lo que damos valor por un motivo concreto. Este motivo puede ser una situación difícil que has tenido que gestionar o resolver, un aprendizaje concreto, etc. Para extraer esta información piensa en:
“Aquella vez que…”
“Cuando por primera vez en el trabajo…”
“Aquel día que todo se soluciono gracias a que tú… “
Puede que pienses que tú no tienes logros, y lo cierto es que todos los tenemos, pero depende de ti identificarlos y ponernos en valor.
3. Tus habilidades y actitudes. ¿Qué se te da bien? ¿En qué destacas? ¿Qué te dicen los demás? ¿Qué resaltan acerca de ti?
4. Tus puntos fuertes ¿Qué crees que se te da bien? ¿Qué te dicen los demás que haces bien? ¿Qué es lo que más disfrutas haciendo? ¿Cómo superas los obstáculos?
Una vez clarificado tu perfil podrás mejorar tu búsqueda de empleo ya que:
Podrás redactar tu perfil profesional en tu currículum. Puedes incluir una breve reseña al principio, destacando tu experiencia, habilidades, logros, etc.
Podrás revisar y completar tu extracto en Linkedin.
Podrás adaptar tu texto de presentación a las ofertas de trabajo a las que te postules, adecuando tu perfil al perfil requerido y destacando aquellos aspectos relevantes para la oferta en cuestión.
Aumentarán tu seguridad a la hora de acudir a las entrevistas de trabajo y tus opciones de ser seleccionado/a.
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